miércoles, 27 de febrero de 2013

Richard Navarro (cuentos)


         RICHARD NAVARRO (Puno 1993).- Escritor. Actualmente cursa estudios en la carrera de Letras. Ha publicado poemas bajo el título de Miscelánea del Tiempo (2009). Parte de su obra narrativa está publicada en la revista Letrasértica. Forma parte de la antología “Histerias colectivas” (Khorekhenkhe, 2013).



NOVIEMBRE 22


Noviembre 22, 00:00 a.m., las hojas del otoño se tiñen color esperanza. Habitación 2-A, cama N° 5, cuarto piso, pabellón de psiquiatría. Escucho los quejidos del pasadizo sólo cuando el silencio me invade y rapto soledades para alimentar mi niebla. Por eso en cada escalera escribo las grafías de mi nombre, ellos no lo ven, excepto mi enfermera.
06:00 a.m., todos se asean, menos yo; la razón es simple: lo hice mientras ustedes dormían. ¿Dormir?, nunca lo hice. ¿Y en tu niñez, tu adolescencia?Jamás, soy singular. Habito en mentes, estuve siempre en cama con los ojos fijados en cada movimiento psicofísico. La realidad es compleja y por naturaleza lo son ustedes, casi como este desayuno que me saluda.
08:00 a.m., el tiempo y el espacio me concibieron en matrimonio y aquel maldito reloj, producto humano, no hace más que mentir a sus progenitores. Así, los médicos no hacen más que cumplir su labor para disimular la desgracia pública de la salud; recetan medicinas que ni en su propia institución venden. Llevo más de cinco años escuchando la misma lista, el mismo apellido y hasta la misma postura. Déjense de vandalismos, dejen que nuevos médicos entiendan mi situación. Pasado mañana volverán, mientras el hambre come otro apetito; y así descaradamente esta apetencia engulle la mía.
Recuerdo el porqué de mi situación, todo era maravilloso, había logrado la cristalidad. Me movía entre banderas y pañuelos blancos; había ganado la guerra; me ascendieron de grado y llegué a ser el jefe. Pasó el tiempo y vi que sentado, mirar y mandar y sólo firmar papeles no era más que una obesidad que poblaba mi nuevo estado. Así que me retiré y me fui al campo, la naturaleza, nuevo ambiente, conocí el amor, tuve familia. Trabajé duro y volvió la guerra, la misma situación. Cada vez era la misma, vivía en círculo, ésta se hacía eterna y eterna. No envejecía. Estoy ya hace siglos y seguro que aquí en unas horas escucharé bombardeos extranjeros, porque como hoy siempre gané la guerra. Así que será en vano que haya tal conflicto y es que de un crujir ahuyentaré a todos ellos y los convertiré en polvo, porque de polvo se hicieron.
A esta hora solía cuando era adolescente tramar un suicidio; por eso tengo el recuerdo vivo y no hago más que volver en mis lágrimas; cuánto daño hice, cuánto dolor causé, cuántas ambulancias me transfirieron del nosocomio y es que nunca morí; soy eterno, cualquier acto no acabará conmigo. Sólo alguien puede cegar mi pupila, a ella la veo cantar en cada noche cuando todos duermen, con los ojos, uno al otro compartimos nuestro lecho. Y es que ella siempre salvó mi vida, en cada operación, en cada embalsamiento estuvo presente.
10:30 a.m., nadie viene a mi lado, es la hora de visita; vestidos unos de pollera otros de pantalón, charlan unas horas. Absorto y claro, escucho su pensamiento, de algunos son puros, de otros impuros. Inmóvil, atracado en el catre, espero la noche.
13:00 p.m., todos almuerzan, para mí nadie trae nada, ¿será porque tienen miedo?, yo los saludo a todos cada día, ellos pasan desapercibidos sobre mi cabecera. Son humanos.
17:00 p.m., la cena vuelve para atizar el hambre. No como hace más de cientos de años, basta la respiración y aquel saludo nocturno de mi enfermera que ansioso espero.
22:00 p.m., vuelven los médicos internos, junto a ellos, al fin llega mi compañera; ella es la única que con un guiño en su mirada sosiega mi cuerpo, viste de ángel; su canto es purificador, el pasadizo se llena de orquesta y mi nombre empieza a lucir mostrando las antorchas sembradas por los años.
Esto no me agrada; por primera vez aquella balada es fúnebre, ¿De quién será la despedida?.Echa alaridos, se posa en medio de mi habitación, realiza el culto y con ademán se lanza sobre mi cuerpo; ambos cenamos nuestros cuerpos. El pasadizo retoma el bullicio de los internos, las farolas arden hasta que nosotros tendidos sobre la sábana nos hacemos polvo y este mi crujir sólo pronuncia la palabra: vi...da.

No hay comentarios:

Publicar un comentario