miércoles, 27 de febrero de 2013

Miler Huanca (Cuentos)


             MILER HUANCA.- Escritor. Estudiante de Letras. Parte de su obra se ha publicado en la revista Letrasértica. En el 2012 publicó una plaquette titulada Rigor Mortis. Forma parte de la antología de la nueva narrativa tacneña Histerias Colectivas (Khorekhenkhe, 2013). Prepara un libro de cuentos.


APARECEN CUANDO NO ESTÁS MIRANDO


Hay pequeños bichos que caminan alrededor mío. Aparecen cuando mi vista está centrada con atención en algún objeto, me distraigo un instante para verlos y en seguida han dejado de moverse, se han transformado en alguna mancha sobre la pared o en un pequeño papel arrojado en el piso o simplemente son ahora parte de otro objeto, un botón de una camisa, una letra en un calendario, el agujero del interruptor de corriente, la hilera de mis zapatos o el envoltorio de una galleta.
Estoy viendo cosas donde no las hay, eso he pensado, mejor dicho, en este caso, bichos donde no los hay. Empiezo a dudar también si lo bichos que he visto anoche son también producto de mi imaginación o eran reales, una mariposita de esas que aparecen de noche atraídas por la luz, hormigas, muchas de ellas, pero eso parece tan común, y unos pequeños insectos semejantes a diminutas cucarachas; maté una que subía por la pared, al lado de donde estaba sentado leyendo un libro.
Luego, más tarde, algo ha caído en mi rostro, me lo quité batiendo las manos torpemente sobre la cara, ha caído dentro de mi camisa, lo sentí caminar por mi pecho, en el vientre, me incomodaban aquellas patitas o alas o lo que fuera, pues aún no sabía qué clase de insecto era al que me enfrentaba, cuando retiré mi mano del interior de la camisa, el insecto estaba sobre mis dedos, ¿el mismo que maté en la pared y cayó al piso?, si fue el mismo, pues lo volví a matar. No se iba de mi mente ese pensamiento, es el mismo insecto de hace rato. Tal vez ningún insecto, puesto que nunca me aseguré de mirar, de buscar sus cadáveres en el piso, después de que los maté. No busqué al primero que maté porque no tenía importancia, no busqué al primero después de matar al segundo, porque creí que era el mismo, no busqué al segundo que maté porque de ser el mismo del principio… no, los insectos no reviven; y no busqué, después de pensarlo tanto, ninguno de los dos cadáveres porque tuve miedo de no encontrar ninguno, y no porque temiera al hecho de que hayan podido volver a la vida y haberse escapado, sino que me perturbaba la idea de que al igual que los anteriores insectos imaginarios, que sólo veía y no sentía, estos últimos, los que maté, tampoco existían, pese a que los había sentido con la mano.


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