martes, 26 de febrero de 2013

PRÓLOGO A POÉTICAS DEL DESIERTO (ESTOS 3 DE TACNA) POR EL POETA MARIO CARAZAS CONDE


«Sólo se tiene poder sobre las personas mientras no se les
oprima demasiado; porque si a una persona se le priva de lo
que considera fundamental, considerará que ya nada tiene
que perder y se liberará de esa sujeción a cualquier precio»
Alexander Solzhenitsyn.

      Este documento que transita ahora en sus manos es una antología con tres poetas obstinados que se esparcen como espesa tinta o mala semilla en una mala tierra, en un desierto todo cubierto de necesidad. Pero no nos engañemos, vivimos, y puede ser hasta un halago, en una frontera tripartita con la necesidad en la boca y el bolsillo, hambre excesiva por lo irrelevante, lo superficial, por la última novedad tecnológica, la última chuchería del mercadillo y del mall. Pero es justo ahí, en tan precarias condiciones que estos tres poetas tras sacudirse el polvo del desierto, decidieron ya no ser la simpática buganvilla y al fin asumir el rol resistente y terco de una siempreviva, aliada vegetación del desierto pero también su contrincante. Ellos sufren al desierto, pero el desierto también los sufre a ellos, el desierto que representa lo inane, lo seco e improductivo, sabe que la siempreviva no vino para decorar el desierto, sino para resistirle. Estos jóvenes poetas escriben liberados, libres para transgredir el lenguaje, fundar su pie en la pampa, abrir zanjas, peinar la zona con ojos voraces, subir al micro, mordisquearse con las ratas, llenar su tórax de asfalto y necesidad, llenar el techo de su mollera con latas de mezcla y asma.

      Esta Poética del desierto es movimiento en pleno acto, una poesía reconociéndose hito en la literatura tacneña, una poética que se robustece, devorando autores, escupiendo los huesos de sus mayores y cascando lo aún comestible que contienen. Estos poetas no hablan de bodegones, campiñas o de casas tradicionales con mojinete, ni de algún héroe de la época del cautiverio, ni del “lodo eso nunca”, ni del repase, ni de las rabonas. No son amorosos cuando hablan del amor, si acaso tocan el tema del amor es sólo para abrirse más el tajo. Ellos creen que de esos temas ya se ha hablado demasiado, y no parecen estar dispuestos al rol pasivo de sólo aplaudir, bien sentaditos, bien peinaditos como en su primera comunión. Estos tres, exigen a gritos su excomunión. No están dispuestos a resignarse y asentir la cabeza de pura devoción y aprobación. El poeta Jorge Pimentel confiesa que escribió su poemario “Tromba de agosto” a pie, recorriendo Lima, aspirando a Lima, para contagiarse (infectarse) más de Lima, para luego como estocada final, sentarse en un bar y escribir. Quede Ud. advertido que estos tres poetas construyen su propia épica, su propia ópera inconclusa. Y si desafinan, desentonan o improvisan, es la misma estética que usan los músicos de jazz, donde la improvisación no es una lisura ni una mala palabra, es más bien su esencia: el cambio perpetuo. Quede Ud. advertido entonces, que estos tres están en sus trece. Porque la poesía también es música en movimiento y no una caja de zapatos o un seco e interactivo manual de instrucciones, para clickear “me gusta”. Pero déjenme decirles que cuando quieren y pueden se antojan rítmicos. Son conscientes que los comerciantes, la mayor fauna de la población económicamente activa en Tacna, no leerán su experimentalismo en poesía, es más no leerán ni por curiosidad siquiera la poesía. Pero esta realidad desorejada y sorda en la que nacieron, les abre el apetito y coquetean con la tentación de trepanar el duro hueso de las cabezas para intentar algún tipo de conexión con sus contemporáneos, pero es un método o camino que ellos tienen para expresar y arrojar su amor-repulsión a esta tierra de mercadilleros, oficinistas de bancos y anfitrionas de frontera.

      Finalmente, podemos agregar que este proyecto de poesía del grupo de los letrasérticos va cobrando forma, uñas y temperamento. Pero no para seguir un molde de la poética tradicional, ni para ser una fotocopia chuma, pálida, sin chiste de bloqueta artesanal, son poéticas que se arriesgan, se lanzan, se pegan, se arañan. Y a pesar de su derrotismo, es como si se aferraran aún a cambiar la vida, a mordiscos o a golpe seco. A Yesebell Sechar, Yhan Koronel y Alberto Ninaski tal vez o los une el lenguaje pero sí el anhelo roto. Llevan el desierto a donde van, tierra pegada entre los orificios de sus suelas, estos 3 poetas letrasérticos presienten a la poesía como una sonda, carnada, un estetoscopio que lanzan al desierto, para ver si éste da señales de vida, pero también señales de muerto.

Mario Carazas

No hay comentarios:

Publicar un comentario