EDITORIAL O TESTIMONIO DE PARTE
¿Es razonable publicar una revista literaria en
condiciones absolutamente desfavorables? La respuesta huelga. Si lo hacemos es
-quizás, en parte- por mero ejercicio lúdico y hasta por cierta insana
tendencia al autoescarnio. ¿Puede alguien tomarse en serio esto de la
literatura? Todo se reduce al gozo, señores. Seamos sinceros, el libro es un
arte(facto) de entretenimiento que cumple su
finalidad tanto como el licor, la música, las drogas o el sexo, sólo que
contiene cierto grado de refinamiento que a uno le permite presumir de
“intelectual”. Es verdad de Perogrullo que no porque uno lea más que el resto y
tenga una biblioteca atiborrada de obras selectas, sea mejor persona, en el
sentido moral. Pueblos ágrafos como el andino supieron elevarse a categoría
ética que hoy nos causan asombro. “El pueblo está embrutecido porque no lee”
dicen los sabihondos, ¿el pueblo no lee o estos farfulleros no saben leer la
realidad? Hoy se lee más que nunca, ilustres doctoretes. Lee a diario el niño y
el adolescente que va a los videojuegos. Leen los jóvenes twitteando en su
blackberry o exhibiéndose por facebook; para éstos y miles de adultos con un
mínimo de instrucción las redes sociales son la plataforma alternativa por
excelencia, ni qué se diga del fenómeno internet donde se ha concentrado el
conocimiento
universal
y está al alcance de todos. Hasta los sectores más pauperizados se alimentan de
la televisión y el periódico chicha que la gran prensa distribuye a granel.
Sumado a esto la acción benéfica de la piratería que permite abaratar el costo
de los libros. “Democratización de la cultura” le llaman, fenómeno demonizado
por nuestra sagrada “intelligentzia”, hace no mucho Marco Aurelio Denegri puso
el grito en el cielo: “Es que por estos medios la información viaja con mucha
prisa, nada se retiene”, es cierto, pero ¿qué le vamos a hacer, acaso
cambiar
el curso de la historia? Nos guste o no, esa es la realidad. El viejo concepto
de “élite” ha sido pulverizado por el “demos”. ¿Será la inundación de los
bárbaros anunciada por González Prada?
Tampoco se lea esta declaración como una apología al
hedonismo elevado a la n potencia. No somos tan ingenuos. Creemos, como
axiomatizara Oscar Wilde, que si hay una regla para medir el valor de una obra
literaria, ésta debe ser dada exclusivamente por sus cualidades estéticas. Por
tanto, nos tiene sin cuidado la temática de tal o cual texto; esto se hace
plenamente verificable por el contenido de estas páginas donde confluyen, como
en un mural de arte híbrido, los más variados matices; y obviamente no somos
localistas, en este amplio collage de voces caben artistas de todas las
procedencias, los de aquende y los de allende, todos hermanados por un vínculo
generacional. Lo que sí, no es propósito nuestro convertirnos en tribuna de
manifestaciones con tufillo político, sean éstas comunistas, fascistas,
indigenistas, nacionalistas o feministas, que hay espacio para ellas en otras
tiendas.
Y es evidente que publicamos esta revista, aparte
del goce, por la sencilla razón de que en Tacna carecemos de una, lo que es
entendible a sabiendas que la escena literaria en nuestra ciudad es paupérrima,
por decir lo menos; y es que somos un pueblo horro de tradición literaria que
no sea la que consagra el patrioterismo de banderita y escarapela, esa que se
alimenta del odio a Chile, de exaltar con hipérbole el heroísmo de la mujer
tacneña, la resistencia durante el cautiverio, el picante, la buganvilla, el
techo mojinete, el río Caplina, la pileta y
la
catedral. Patriotismo muy respetable, por cierto, pero que ha sido y es camisa
de fuerza que nos tiene postrados literariamente en comparación con ciudades
como Arequipa, Puno o Cusco (sólo para hablar del sur peruano) en las que sí es
notoria la influencia de una verdadera tradición. Tan exigua es nuestra
tradición tacneñista, que ha soslayado olímpicamente su herencia andina, casi
nada se ha escrito de esa otra Tacna, la encubierta. Así y todo, hay quienes
continúan repitiendo ese gastado estribillo “Tacna, tierra de poetas”; apenas
podemos exhibir con menguado orgullo, y no sin beneficio de inventario, el
legado de la “Bohemia Tacneña” de fines del siglo XIX y los trabajos de la
generación de poetas del 70 del siglo pasado. En poesía dos o tres nombres de
valía, en narrativa simplemente heredamos raquitismo. Es recién en estos
últimos años que se viene forjando un atisbo en las obras de Torres Gárate y
Gabriela Caballero en narrativa, a los que se suman Mario Carazas y Luis
Chambilla en poesía, siguiendo la estela de los Velapatiño, Cancino y Fernández
de Córdova, en ellos es posible hallar cierta inquietud que tiende a conformar
un movimiento, y aunque deflagre al cabo de algún tiempo, su labor se verá
cumplida en los retoños, estos muchachos que emprenden osada aventura, los
Alberto Ninaski, Raúl Miranda, Yhan Coronel y otros; en ellos se deposita el
porvenir de nuestra literatura. “¡Parricidas!”, dirán algunos, ¿cómo serlo si
el erial apenas produce uno que otro grano de valor desigual? Por eso, nos
vemos obligados a labrar el surco en pleno arenal, sembrando letras en el
desierto y a fuerza de batallar contra el statu quo, acometemos la tarea de
irrigar el suelo polvoriento donde hunde su hocico la medianía intelectual.
Parafraseando al poeta Atahualpa Rodríguez: queremos remozar la escena
quitándole las legañas que una forzada senectud le ha hecho filtrar sobre sus
ojos provincianos. Ciertamente, nuestra actitud no es la del gallinazo que se
posa sobre la catedral, traga restos de palomas que yacen muertas, se relame
orondo, deposita sus necesidades en la cruz y se larga, mientras las beatas se
persignan, el cura maldice a la horrenda criatura y las gentes elevan una
oración. Espíritus perspicaces pueden deducir que hemos trocado la estantería
repleta de libros mediocres por la cruz donde el gallinazo excreta, y no es
así; respetamos esa anémica tradición que nos inspira un sentimiento afectivo
del mismo modo que un enfermo de leucemia conmueve a la caridad cristiana.
Visto el diagnóstico, se hace perentorio decir con Vallejo: hermanos, hay
muchísimo que hacer. (…)
LETRASÉRTICA
Hola Letrasértíca... interesante lectura de la crisis cultural que sufre nuestra ciudad. Pero reducir la creacion literaria al goze estético puede ser tan pernicioso, o quizás más, que reducirla a un "patrioterismo" vulgar. Por lo demás, creo el problema en cuestión no se reduce a la parálisis que provocó y provoca el peso del pasado histórico. De todas maneras su lectura es cierta. Y aquí me detengo porque los leeré, y espero seguir en contacto. Piero Miovich Bedregal (Estudiante de literatura, UNMSM)
ResponderEliminarHola Piero. Cierto lo que dices deque reducir el "motus" literario al mero goce personal del autor es pernicioso; pero entiéndase que en tiempos y en un sitio como Tacna en que la necesidad por encontrar el goce derivado de las literaturas es relativamente nula, al autor solo le queda conformarse con ese goce personal, intimista de sentirse un dios en su propia obra, desentendiéndose de ese otro goce de sentirse leído y entendido por la colectividad. Es más un rol catártico de comunicar sin siquiera tener interlocutores. De ahí la frase, creo yo. Una suerte de "asociación libre" sin terapeuta. Esto, claro, pasa y seguirá pasando hasta que surja un público ávido por decodificar las escrituras que por aquí surgen, o bien, por el propio trabajo de los escritores para establecer dispositivos que dirijan ese interés hacia la lectura, generando esa excelente simbiosis autor-lector por estos lares. Tarea encomiable que pretendemos. Saludos y gracias por pasar. Estamos en contacto: Geneyryodann@gmail.com
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